Curioso aquello de financiado por.
En un negocio cualquiera, se supone que el capital financiero da razones de control, cuando en realidad tal negocio se sostiene a costa de los beneficios que genera.
Pongamos estos entornos virtuales.
No son gratis.
Eso es un mito que falsea el verdadero mercado de estos sitios.
El publicista no viene si no tiene objeto.
El hecho de estar por aquí, hace que su mensaje nos tenga como receptores.
Más publicidad, más beneficio.
Más miembros, más publicidad.
Añadamos los afines.
Máquinas que posibilitan estar en estos entornos.
Compañías que se lucran con el cobro que hacen de estas pistas de comunicación.
Grandes que se hacen más grandes.
Sufrimos sus costes.
Sufrimos sus límites.
Sufrimos su arbitrio.
Nos han cebado con esto.
Nos hacen creer que tenemos libertad y campo para expandirnos.
Alimentamos la mole que construimos con nuestra participación en estos sitios.
No llegamos a tantos.
Nos lo tenemos que currar.
Retroalimentamos nuestras relaciones.
Cuando sales a la calle, no pagas el aire que respiras y es medio para que el otro (la otra) te vea y escuche, para que tu le/la veas y hables.
Cuando entras a estas pantallas, lo haces pagando una factura de tarifa de uno u otro calibre. Pagas megas de elementos no sólo prescindibles, sino que pagas por que aparezca en tu pantalla aquel elemento emergente que te vende su producto y sobrecarga con ello el paquete que recoges.
Este es el timo de la estampita.
Te has dado a él y pagas por éste a sabiendas.
Cuando los beneficios decrecen, te pasan la minuta.
Si no alimentas la trama tendrás que aportar capital sin con ello tener voz ni voto sobre lo que con él se hará.
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