lunes, 4 de abril de 2016

Derrape en el viento



El vacío atormentado de un silencio extrapolado a los sentidos.
Abismos
Peces sin aire y agua.
Aleteo de pájaros ensangrentados. Contaminados.
Puertos vacíos.
Casa en ruinas.
Memoria húmeda de la casa perdida.
Ausencia profunda e insufrible.
Naufragio.
Correr de los días en pausa.
Noches de encuentro.
Esa incipiente infancia que vuelve como testigo, colocando cada cosa allí donde estuvo, sabiendo que es sombra y destino.
Y la muerte agazapada asoma su cara.
Ella sabe.
El paciente piensa en mañana. No en su daga.
La vida se abre paso a cada instante de tragedia otra.
Persistencia falsa.
Duerme el sentido de lo apercibido.
Niega su sino.
Curte el destino y hiere.
Huye.
Pierde ese norte inexistente.
No hay camino.
Se reduce a ceniza. A nada.
Esa mente esquiva quiebra su alma.
¿Con ella cuentas?
Es posible.
Cuesta desdecirse.
Hubo un antes que tumbas llenan.
Ese tiempo testifica su futuro incierto.
Castañetea su miedo en las comisuras del verbo cierto.
Derrape en el viento.

domingo, 3 de abril de 2016

Vuelve



Vuelve
No podrás, aunque quieras.
El pasado es atrás.
Mañana está por hacer.
Ahora es el momento presente, que aleja atrás y nunca volverá.
Es el instante que huye, y no se puede retener, aunque podamos revivirlo, escuchando los recuerdos rememorados, en la casualidad de lo que podemos reinventar.
Hemos tenido el momento de los gestos y las miradas. Las dichas y ocultadas. Pero tú y yo no hemos vivido lo mismo, aunque lo hemos sentido en un mismo tiempo y lugar.
Tú a mi lado, pero lejos de mí, porque no contabas con mi presencia, ni mi ausencia, porque no era reconocida, ni tenida en cuenta.
Ningún contacto, ninguna mirada. Pocas palabras. Ideas que no se encontraban. Ojos que no se miraban.
Extrañas. Personas que caminan, unas y otras próximas, pero ignoradas.

Nunca será antes



Rescato la palabra atravesada.
Enhebro al viento su silencio, con vastas largas y en revuelto y arqueado movimiento.
Sufro su empuje y sangro.
Tras el sueño inquieto de la noche, quiebra mi cuerpo, que se duele en su regreso de ese tiempo sin suelo, en que tengo reencuentros con el recuerdo de momentos no vividos, adosados a impactos situacionales. Eres tú que marcas tu ausencia y mi pérdida. Sólo puedo evocarte y tratar de desenredarte de emociones tensas y rotas. ¡Qué sola me dejasteis!
Es que la noche se llevo tu nombre. No puedo nombrarte. Hacerlo es olvidarte. Retenerlo, en los pliegues de mi carne, es recordarte.
Nunca será antes.