sábado, 11 de junio de 2016

reflexiones


Activo la mirada
pretérita.
Rehago retazos
de memoria
contenida.
Entablo y ensamblo
imágenes
de palabras
en la mente
construidas.
Respondo
agradecida.
Miro mi cuerpo
sin tiempo,
sin proceso,
desde mi mente
construido.
Siento
la presencia
de un tiempo
que me pierde
desvanecida.
Alcanzo
lo que en mí
se suscita
pretérita.
¡Aire!
¡Fuego!
¡Tierra!
Polvo.
Padezco
en mi carne
la carcoma
que me finiquita.
La substancia
se rehace con torpeza.
Se oxida.
Perece.
Muere.
Un instante
suma hacia la nada.
Un trayecto inevitable.
Cuanto hambre.
De notoriedad.
De significancia.
De presencia.
Cuando lo que vale es ser y estar.
Mirarse en ese encuentro de lo otro a nuestro alcance.
©

miércoles, 8 de junio de 2016

Huyes


HUYES
Huyes de la hostilidad.
De la precaria estancia
asignada a tu yoidad.
¡Escapas!
Te ocultas.
Tomas formas de apariencia asimilada.
Sabes que pierdes al hacerlo,
pero te falta seguridad.
Temes por tu suerte.
Te reconoces frágil
y quieres zafarte.
Ocultas tu presencia
mimetizando tu ser.
Crees que con ello puedes seguir,
pero no es posible.
Te oprime la mordaza.
Te sientes encorsetada,
con apreturas insoportables.
¡Quieres liberarte!
Accedes al impulso vital
que da empuje
al paso que has de dar.
Viviste en un constructo opresivo,
aparentemente consentido.
No sabías.
Te fueron diferenciando.
Hicieron de ti elemento prescindible,
cuando dejaste de serles útil.
Vives la amarga sensación de vacío.
Saberlo te hiere.
Has perdido los soportes de confianza de lo humano.
Ves, a tu alrededor, como las fuerzas que niegan la equidad se apropian del espacio social.
Sólo tienes la negación que quieres ensamblar al aire.
Tu grito es:
¡No!
¡Basta!
No entiendes este sometimiento.
Esta violencia.
Esta negación.
No puedes salir fuera.
No hay ese otro lugar.
Donde aislarse de todo mal.
Tu mente se quiebra.
El miedo se te apodera.
Sigues con ese lastre.
La muerte es la espera.
Sufres su embestida en la carne dolida,
por la falta de esperanza.
Acoplas un futuro ennegrecido a la perspectiva de lo venidero.
Quieres creer que esto es transitorio.
Que mañana nuestro mundo será otro.
Te adhieres a esa virtual proyección.
©

lunes, 4 de abril de 2016

Derrape en el viento



El vacío atormentado de un silencio extrapolado a los sentidos.
Abismos
Peces sin aire y agua.
Aleteo de pájaros ensangrentados. Contaminados.
Puertos vacíos.
Casa en ruinas.
Memoria húmeda de la casa perdida.
Ausencia profunda e insufrible.
Naufragio.
Correr de los días en pausa.
Noches de encuentro.
Esa incipiente infancia que vuelve como testigo, colocando cada cosa allí donde estuvo, sabiendo que es sombra y destino.
Y la muerte agazapada asoma su cara.
Ella sabe.
El paciente piensa en mañana. No en su daga.
La vida se abre paso a cada instante de tragedia otra.
Persistencia falsa.
Duerme el sentido de lo apercibido.
Niega su sino.
Curte el destino y hiere.
Huye.
Pierde ese norte inexistente.
No hay camino.
Se reduce a ceniza. A nada.
Esa mente esquiva quiebra su alma.
¿Con ella cuentas?
Es posible.
Cuesta desdecirse.
Hubo un antes que tumbas llenan.
Ese tiempo testifica su futuro incierto.
Castañetea su miedo en las comisuras del verbo cierto.
Derrape en el viento.

domingo, 3 de abril de 2016

Vuelve



Vuelve
No podrás, aunque quieras.
El pasado es atrás.
Mañana está por hacer.
Ahora es el momento presente, que aleja atrás y nunca volverá.
Es el instante que huye, y no se puede retener, aunque podamos revivirlo, escuchando los recuerdos rememorados, en la casualidad de lo que podemos reinventar.
Hemos tenido el momento de los gestos y las miradas. Las dichas y ocultadas. Pero tú y yo no hemos vivido lo mismo, aunque lo hemos sentido en un mismo tiempo y lugar.
Tú a mi lado, pero lejos de mí, porque no contabas con mi presencia, ni mi ausencia, porque no era reconocida, ni tenida en cuenta.
Ningún contacto, ninguna mirada. Pocas palabras. Ideas que no se encontraban. Ojos que no se miraban.
Extrañas. Personas que caminan, unas y otras próximas, pero ignoradas.

Nunca será antes



Rescato la palabra atravesada.
Enhebro al viento su silencio, con vastas largas y en revuelto y arqueado movimiento.
Sufro su empuje y sangro.
Tras el sueño inquieto de la noche, quiebra mi cuerpo, que se duele en su regreso de ese tiempo sin suelo, en que tengo reencuentros con el recuerdo de momentos no vividos, adosados a impactos situacionales. Eres tú que marcas tu ausencia y mi pérdida. Sólo puedo evocarte y tratar de desenredarte de emociones tensas y rotas. ¡Qué sola me dejasteis!
Es que la noche se llevo tu nombre. No puedo nombrarte. Hacerlo es olvidarte. Retenerlo, en los pliegues de mi carne, es recordarte.
Nunca será antes.