Camina aunque tus pies descalzos sangren.
Camina aunque no tengas aliento y se seque el alma.
Camina sin titubeos por este valle de lágrimas.
Al fin y al cabo no hay otro posible, aunque así te lo hagan creer para que conformes tus sueños.
Agradezco lo que es posible y no deseo lo imposible.
Haré todo aquello que esté en mi mano para hacer posible que tu camino sea más placentero.
No haré, a sabiendas, nada que te pueda dañar.
Si me equivoco no me laceraré ni negaré. Aceptaré mi flaqueza.
No me gustan muchas de las incitaciones que se me hacen para que apriete el paso y empuje.
Pasaré por los lugares en silencio y sin quejido.
Escucharé el llanto y la risa del niño y del anciano.
Cuidaré de quienes estan a mi lado sin esperar nada a cambio.
Aceptaré mis debilidades e intentaré pulir mi caracter.
Nada de lo que yo hago es imprescindible pero sé que forma parte de un orden global al que tu y yo pertenecemos.
No te creas con mejores atributos.
Cuantas más capas te pongas encima más te tendrás que sacar.
No te creas que nada es de nadie, todo va de préstamo temporal.
No dejes que tu cobardía te ciegue.
La huida hacía delante es la mayor de las cobardías.
Salir corriendo ante el peligro, como la gacela, es un acto inteligente y de supervivencia. La valentía no consiste en hacerle frente sino en conservar la serenidad y ser persistente no dejando en el camino a aquellos que nos necesitan para salir a flote. Su cuidado nos humaniza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario