miércoles, 8 de junio de 2016

Huyes


HUYES
Huyes de la hostilidad.
De la precaria estancia
asignada a tu yoidad.
¡Escapas!
Te ocultas.
Tomas formas de apariencia asimilada.
Sabes que pierdes al hacerlo,
pero te falta seguridad.
Temes por tu suerte.
Te reconoces frágil
y quieres zafarte.
Ocultas tu presencia
mimetizando tu ser.
Crees que con ello puedes seguir,
pero no es posible.
Te oprime la mordaza.
Te sientes encorsetada,
con apreturas insoportables.
¡Quieres liberarte!
Accedes al impulso vital
que da empuje
al paso que has de dar.
Viviste en un constructo opresivo,
aparentemente consentido.
No sabías.
Te fueron diferenciando.
Hicieron de ti elemento prescindible,
cuando dejaste de serles útil.
Vives la amarga sensación de vacío.
Saberlo te hiere.
Has perdido los soportes de confianza de lo humano.
Ves, a tu alrededor, como las fuerzas que niegan la equidad se apropian del espacio social.
Sólo tienes la negación que quieres ensamblar al aire.
Tu grito es:
¡No!
¡Basta!
No entiendes este sometimiento.
Esta violencia.
Esta negación.
No puedes salir fuera.
No hay ese otro lugar.
Donde aislarse de todo mal.
Tu mente se quiebra.
El miedo se te apodera.
Sigues con ese lastre.
La muerte es la espera.
Sufres su embestida en la carne dolida,
por la falta de esperanza.
Acoplas un futuro ennegrecido a la perspectiva de lo venidero.
Quieres creer que esto es transitorio.
Que mañana nuestro mundo será otro.
Te adhieres a esa virtual proyección.
©

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